El Nihilismo. Volin

 
Volin

Un error muy divulgado y arraigado acompaña, fuera de Rusia, a esta palabra, nacida hará unos setenta y cinco años en la literatura rusa y trasladada, en su etimología latina, a otras lenguas. En Francia y en otras partes se entiende generalmente por nihilismo una doctrina revolucionaria, política y social, concebida en Rusia, que tuvo muchos partidarios organizados.

Se alude comúnmente al Partido Nihilista y a sus miembros nihilistas. Lo cierto es que el término nihilismo fue introducido en la literatura y luego en la lengua rusa por el célebre novelista Iván Turgueniev (1818-1883) a mediados del pasado siglo XIX. En una de sus novelas, Turgueniev calificó así a una corriente de ideas, y no a una doctrina, que se manifestó entre los jóvenes intelectuales rusos a fines de 1850, y la palabra entró pronto en circulación. Tuvo esa corriente un carácter esencialmente filosófico y, sobre todo, moral.

Iván Turgueniev sufrió la persecución de la censura en varias ocasiones, llegando a huir de su país como tantos otros intelectuales, agobiado por la presión del reinado del zar Nicolás II.

Una de sus obras más conocidas es el compendio de relatos Diario de un cazador, que critica la servidumbre y otras costumbres rusas, al igual que gran parte de la ideología de la época.

Su novela Padres e hijos (ver), de gran belleza estilística y carácter psicologista, es considerada una de las obras literarias más importantes de su siglo, así como la obra precursora del nihilismo .
 

 Su influencia quedó siempre restringida y nunca pasó más allá del intelectualismo. Su actitud fue siempre personal y pacífica, lo que no le impidió estar animada de un gran aliento de rebelión individual, de un sueño de felicidad para toda la humanidad. No se extendió fuera del dominio de la literatura y de las costumbres, ya que ello era imposible bajo el régimen de entonces. Pero no retrocedió ante ninguna de las conclusiones lógicas que formuló y procuró aplicar individualmente como reglas de conducta.

En estos límites se abrió el camino a una evolución intelectual que condujo a la juventud rusa hacia concepciones generales muy avanzadas y consiguió, entre otras cosas, la emancipación de la mujer cultivada, que en Rusia prosperó a fin del siglo XIX.
 
Aun siendo «estrictamente filosófica e individual», esta corriente de ideas llevaba, gracias a su amplia tendencia emancipadora, el germen de concepciones sociales que la sucederían y culminarían en un verdadero despertar revolucionario, político y social. El nihilismo preparó el terreno a las influencias de las ideas extendidas en Europa y a los acontecimientos exteriores e interiores. Con los partidos o grupos organizados, con un programa de acción y una finalidad concreta, se solía confundir, fuera de Rusia, al nihilista. Sólo a las ideas precursoras cuadra el calificativo de nihilista.

La concepción filosófica del nihilismo tenía como base, por una parte, «el materialismo», y por otra, «el individualismo», en su acepción más amplia, incluso exagerada.
 
Buchner
Fuerza y materia, la famosa obra de Buchner, el filósofo materialista alemán (1824-1899), aparecida en esa época, fue traducida al ruso, litografiada clandestinamente y distribuida con mucho riesgo y gran éxito por millares de
ejemplares. Este libro fue el nuevo evangelio de la juventud rusa.

Las obras de Moleschott, de Darwin y de varios autores materialistas y naturalistas extranjeros ejercieron igualmente gran influencia. El materialismo fue aceptado como una verdad indiscutible, absoluta.
 
Como materialistas, los nihilistas combatieron la religión y a todo lo que está fuera de la razón pura o de la prueba positiva, de las realidades materiales o de los valores inmediatos útiles, contra todo lo perteneciente al dominio sentimental e idealista.
 

Despreciaron la estética, la belleza, la comodidad, los placeres refinados, el amor sentimental, el arte de vestirse y el deseo de agradar. Hasta negaron el arte, por ser una manifestación de idealismo.
 
Pisarev
Su gran ideólogo, el brillante publicista Pisarev, muerto accidentalmente en plena juventud, lanzó en uno de sus artículos su famosa comparación entre un obrero y un artista. Allí afirmaba que un zapatero cualquiera es infinitamente más estimable y más digno de admiración que Rafael, porque el primero produce objetos materiales útiles, mientras que las obras del segundo no servían para nada.

El mismo Pisarev se empeñaba en sus escritos en destronar, desde un punto de vista materialista y utilitario, al gran poeta Pushkin. «La naturaleza no es un templo, sino un laboratorio, y el hombre se encuentra allí para trabajar», decía el nihilista Bazarov en la citada novela de Turgueniev.

Como se ve, esta guerra sólo fue literaria y verbal. El nihilismo limitó su actividad a una propaganda velada de sus ideas, en algunas revistas y círculos intelectuales, de por sí bastante difícil, ya que la censura y la policía zaristas se encarnizaban contra las «herejías extranjeras» y contra todo pensamiento independiente.

Las manifestaciones exteriores del nihilismo consistían, ante todo, en el modo sencillo de vestirse y en una despreocupada conducta; las mujeres nihilistas solían llevar el pelo muy corto, usaban gafas para afearse y subrayar su desprecio por la belleza y la coquetería; vestían trajes ordinarios que desafiaban a la elegancia y la moda. Andaban varonilmente y fumaban para demostrar la igualdad de los sexos y afirmar su desdén por las reglas de las conveniencias sociales.

Estas extravagancias no disminuían en nada su filosofía, y la imposibilidad de cualquier otro género de exteriorización las justificaba ampliamente. Los nihilistas practicaron sus costumbres con un rigor absoluto.

La base principal del nihilismo fue su individualismo específico. Surgido como reacción contra todo lo que aplastaba en la Rusia de aquella época al pensamiento libre y al individuo, terminó por negar en nombre de una libertad individual absoluta toda coacción, toda obligación, toda traba, todas las tradiciones impuestas al hombre por la sociedad, la familia, las costumbres, los hábitos, las creencias y las conveniencias establecidas.

Emancipación completa del individuo de todo cuanto atente a su independencia o a la libertad de su pensamiento: tal fue la idea fundamental del nihilismo: defendía así el derecho del individuo a una entera libertad y a la inviolabilidad de su existencia, para ambos sexos.
 
Así vivían los Zares mientras que 75 millones de campesinos pasaban hambre

El término nihilismo era preciso. Los partidarios de esta ideología no admitían nada (en latín, nihil) de cuanto era natural y respetado como sagrado por los demás: familia, sociedad, religión, tradiciones. A la pregunta que se planteaba a un nihilista:

¿qué admites, qué apruebas de todo cuanto te rodea y del medio que pretende tener derecho e incluso el deber de ejercer sobre ti tal o cual coacción? Contestaba: nada.

A pesar de su carácter esencialmente individual y filosófico, pues defendía la libertad del individuo de una manera abstracta mucho más que contra el despotismo que entonces reinaba, el nihilismo preparó la lucha contra el obstáculo real e inmediato, a favor de una emancipación concreta: política, económica y social.
 
¿Qué hacer para liberar efectivamente al individuo? El nihilismo se plantó en el terreno de las discusiones puramente ideológicas y en el de las realizaciones morales. La acción inmediata para la emancipación fue planteada por la generación siguiente en el transcurso de los años 1870-1880. Entonces, los primeros grupos revolucionarios y socialistas se formaron en Rusia.
 
La acción comenzó; pero no tenía nada de común con el nihilismo de antes, cuyo nombre permaneció en lengua rusa como un término histórico y un recuerdo ideológico de los años 1860-70. Que se llame nihilismo a todo el movimiento revolucionario ruso anterior al bolchevismo y se hable de un partido nihilista, es, pues, un error de la ignorancia de la verdadera historia revolucionaria de Rusia.
 
 

No hay comentarios: