La terrible impostura. Thierry Meyssan [PDF]

 
Los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001 fueron seguidos en directo por cientos de millones de personas paralizadas frente a la pantalla del televisor. El estupor ante la magnitud del ataque, la impresión ante la gratuidad de la violencia, aturdieron a todos los telespectadores, incluidos los comentaristas. La ausencia de información sobre la actitud de las autoridades norteamericanas, así como la espectacular violencia de las imágenes llevaron a las cadenas a repetir sin cesar el empotramiento de los aviones suicidas en las torres del World Trade Center y su posterior desmoronamiento. Las exigencias de la transmisión en directo junto con el efecto sorpresa circunscribieron la información a una descripción de los hechos conocidos de inmediato e impidieron toda comprensión global.
 
En los tres días que siguieron a los atentados, los funcionarios entregaron a la prensa mucha información suplementaria sobre los aspectos menos conocidos de esos acontecimientos. Pero esta se diluyó en el ininterrumpido raudal de noticias relativas a las víctimas de los servicios de auxilio. Al cabo de los meses fueron apareciendo esporádicamente otros datos, como muchas otras anécdotas, sin que se situaran en su contexto.
 
Ese 11 de septiembre perdieron la vida varios miles de personas y para vengarlas se llevó a cabo una guerra en Afganistán. Sin embargo, los acontecimientos siguen rodeados de misterio. Su descripción está llena de hechos extraños, incertidumbres y contradicciones. A pesar de la desazón que inspiran, la opinión pública se ha conformado con la versión oficial, dando por supuesto que los imperativos de seguridad nacional no permiten a las autoridades estadounidenses contarlo todo.
 
Esta versión oficial no se sostiene con un análisis crítico. Vamos a demostrar que se trata sólo de un montaje. En algunos casos, los elementos que hemos recogido permiten restablecer la verdad. En otros, nuestras preguntas aún siguen sin respuesta, lo que no es una razón para seguir creyendo las mentiras de las autoridades. En cualquier caso, el material que hemos elaborado permite desde ahora poner en duda la legitimidad de la respuesta norteamericana en Afganistán y de la "guerra contra el Eje del Mal".
 
Lo invitamos a no considerar nuestro trabajo como una verdad definitiva. Al contrario, lo invitamos al escepticismo. Confíe únicamente en su espíritu crítico. Para que pueda comprobar nuestras imputaciones y formarse su propia opinión, hemos enriquecido el texto con muchas notas que le indicarán las principales fuentes. En este período en que Estados Unidos separa el Bien del Mal, nos esforzaremos por recordarle que la libertad no es creer en una visión simplista del mundo, sino comprender, ampliar las opciones y multiplicar los matices.
 
 

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