Propaganda y publicidad nazis en España durante la segunda guerra mundial. Carlos Velasco Murviedro


Philipp Mimkes, de la Coalición contra los peligros de BAYER declaró:

«Miembro del tristemente célebre IG Farben, BAYER estuvo involucrado en los crímenes más crueles de la historia de la humanidad: una filial proporcionaba el Zyklon B para las cámaras de gas, la compañía construyó también una fábrica gigante en el mismo campo de Auschwitz. La empresa incluso administró su propio campo de concentración, donde albergaba a los trabajadores esclavos. Decenas de millares de personas murieron allí.»

A pesar del título de este trabajo, lo cierto es que el período exacto en que la propaganda nazi propiamente dicha se extendió en nuestro país fue mucho más concreto y menor en extensión: los casi tres años que van desde comienzos de 1941 hasta finales del 43; ambas fechas no son, a nada que se analice, fortuitas, ni mucho menos, pues la primera coincide con el auge y extensión militar de Alemania por Europa y parte de África, mientras que en el año 1943, si aún no está clara y definida la fecha de la derrota de ios germanos, sí está ya echada la suerte de la guerra, y ésta no es desde luego favorable a éstos, por lo que el esfuerzo propagandístico devino cada vez más superfluo. 

EL «GENIO ALEMÁN»: ALGUNOS EJEMPLOS

La serie de anuncios que a continuación se incluyen son un perfecto ejemplo de la propaganda bien entendida, que con sus esquemas centrales tan simples como efectivos (inventos de muchas cosas, fabricación de máquinas, artefactos complicados, puesta en marcha de complejas instalaciones, perfección y calidad de sus productos, etc.), favorecían la aceptación de esa idea tan extendida (como en gran parte válida) de que «lo alemán» es signo de garantía, calidad, fortaleza, acabado, perfección, etc., que prácticamente fue admitida por todos los países, y que aún dura en nuestros días.

Los Productos fabricados en Alemania

Un primer subgrupo de ellos (cuatro en total), se refieren en sus títulos a ciertos «Productos» alemanes. El primero se refiere a cómo «los colorantes alemanes triunfaron en los mercados del mundo sobre los colores naturales». Según ellos esto, más que un negocio, era concebido como «una especie de misión cultural», y al final del texto hacían unas reflexiones sobre los colores que, aunque buscando evidentemente «la venta» del producto, son todo un prodigio de sensibilidad y medida:

"El amor al color es dinamismo, tendencia positiva hacia las cosas. En lo sin color se manifiesta decadencia de los sentimientos...». 

O también:

"Los colorantes de Alemania con su indeleble esplendor, unen a todos con la alegría que del color emana y que al color tiende». 

«Los motores alemanes iniciaron la motorización del mundo», y hoy valen para todo, «tanto en tiempos de guerra como en tiempos de paz», y tanto para el transporte como para el «cultivo de la tierra»; en cualquier caso, y como se explícita bien claramente, el momento bélico destacaba con nitidez: 

«Las más graneles empresas guerreras que conoce la historia se realizaron con motores alemanes». 

Como aspecto general que impregnaría todo el trabajo, conviene resaltar la mixtura conceptual entre lo propagandístico y lo publicitario: «ideas» y «productos» van de la mano en los anuncios nazis, mezclando el enfoque ideológico y económico en ellos, y ayudándose mutuamente a la hora de tratar de convencer de unas ideas políticas determinadas (la bondad de una Europa unida —leáse dominada— bajo la hegemonía germánica), o de unos productos y técnicas concretas (los que eran fruto del genio alemán), todo ello mezclado para apoyar la «idea» global de la bondad de todo lo que fuera alemán.  



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