Arthur Lehning - Marxismo y anarquismo en la revolución rusa [Descargar Pdf]

Arthur Lehning murió el 1° de enero del año 2000, dos meses después de haber festejado su cumpleaños número 100. Nació en la ciudad de Utrech (Holanda) el 23 de octubre de 1899. Sus padres eran alemanes. Estudió economía en Rotterdam e historia en Berlín. Al finalizar la Gran Guerra entra en contacto con grupos antimilitaristas mayormente libertarios. Luego de residir en París y en Viena se instala en Amsterdam y, entre 1927 y 1929, publica la Revista 110, que contaba entre sus colaboradores a los intelectuales más originales de la época, así como a militantes consejistas y libertarios: Le Corbusier, Walter Gropius, Kandinsky, Mondrian, Upton Sinclair, Walter Benjamin, Ernst Bloch, Max Nettlau, Otto Ruhle, Henriette Roland-Holst, Alexander Berkman y Alexander Shapiro.

Muy activo en los medios anarcosindicalistas (en la FAUD alemana, junto con Rudolf Rocker y August Souchy, y en la NAS y la NSV holandesas), entre 1932 y 1935 será secretario de la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT). Esta asociación se fundó con el objetivo de reunir a las organizaciones sindicalistas revolucionarias y anarcosindicalistas que por sus características no podían participar de la internacional reformista orientada por los socialdemócratas ni por la llamada Internacional Sindical Roja creada por los bolcheviques.

En 1935 participa, junto con Posthumus, De Lieme, Nettlau y Nikolaevskij, de la fundación del Internationaal Instituut voor Sociale Geschiedenis (Instituto Internacional de Historia Social) de Amsterdam, destinado inicialmente a conservar la enorme biblioteca de Max Nettlau. El Instituto servirá como centro de salvaguarda de documentos pertenecientes a militantes y organizaciones del movimiento obrero en una época en la que el ascenso de los fascismos hacia peligrar la conservación de valiosas fuentes relativas a la historia de los explotados y las luchas sociales. Citemos como ejemplo la biblioteca de Lucien Descaves sobre la Comuna de París, los archivos del Bund sobre el movimiento obrero judío en Lituania, Polonia y Rusia, del Partido Social Demócrata alemán y del Partido Socialista Revolucionario ruso, y la adquisición temporaria de los archivos de la CNT española que hubo que poner a buen recaudo después de la victoria de los franquistas.

Naturalmente, desde octubre de 1936 se lo encuentra en España. Entre 1939 y 1947, después de tratar de poner en lugar seguro una parte de las colecciones del Instituto, dirige la sección inglesa de éste en Oxford, con la colaboración de G. D. H. Cole. En 1952, a pedido de la recientemente independizada Indonesia, organiza sendas bibliotecas para la Universidad de Yakarta y para el Ministerio de Asuntos Extranjeros. Vuelto a Amsterdam, se consagra a la edición de las obras completas de Mijail Bakunin (los Archivos Bakunin) cuyo primer volumen
“Marxismo y anarquismo: en la revolución rusa” de Arthur Lehning será editado en 1961, para después ocupar la dirección del Instituto Internacional de Historia Social.

En 1999, se le otorga el más importante premio literario holandés -el PC. Hooft-prijs- por el conjunto de su obra.

Sin duda ha sido uno de los principales teóricos libertarios del recientemente pasado siglo. Fue autor de numerosos libros y artículos que tratan tanto de la historia del movimiento anarquista y anarcosindicalista y de sus teóricos como de la crítica del bolcheviquismo y el modelo soviético. Es destacable del conjunto su edición (lamentablemente inconclusa) de las obras completas de Bakunin, en siete volúmenes, disponible en francés en las éditions Ivréa y en italiano en Edizioni Anarchismo.

Es posible hacerse una idea de la valía de Lehning leyendo Anarquismo y marxismo en la revolución rusa, publicado por la editorial Proyección y que ahora tenemos la satisfacción de reeditar. En este trabajo, además de hacer entendible la compleja genealogía de los grupos revolucionarios y de la izquierda rusa en los años previos a la revolución de 1905, realiza una crítica demoledora del leninismo y de uno de sus textos canónicos: El Estado y la revolución. Considerando que fue escrito en 1929, el valor de su denuncia contra el surgimiento del estado burocrático y de la bancarrota de la revolución llamada soviética adquiere un sorprendente carácter profético.

PRÓLOGO A LA EDICIÓN FRANCESA DE 1970 (Extracto)

El texto presente fue escrito en 1929 y se publicó por primera vez en la revista anarcosindicalista alemana Die Internationale. Es el que entregamos hoy, sin modificaciones.

Nuestras reflexiones echan un poco de luz sobre aspectos de los primeros tiempos de la revolución rusa a los que no se había prestado atención y, al mismo tiempo, se adelantan a la crítica de quienes sólo durante la era estaliniana -e, incluso, después de ella- descubrieron la degeneración de la revolución rusa, el termidor y la contrarrevolución. El trabajo es, también, un aporte a la historiografía de esa revolución; de ahí que no podamos ahora corregirlo. Además, es, en realidad, un texto político, aunque en él haya mucho de teoría y de historia.

El reciente interés por los problemas fundamentales del socialismo, por las cuestiones organizativas y por el desarrollo de la revolución rusa, así como la crítica a que hoy se somete a las diferentes formas de socialismo estatal y de dictadura, devuelven a nuestra obra el carácter de polémica política.

En ella nos proponemos demostrar brevemente los siguientes puntos:

a) Es insostenible la interpretación que, en su célebre ensayo El Estado y la revolución, hace Lenin de la teoría de Marx sobre el Estado.

b) En el transcurso de 1917, la revolución era, sobre todo, revolución campesina, y no se desarrolló conforme al esquema de la teoría marxista de la revolución ni al esquema de los marxistas rusos.

c) La revolución -que duró meses y se extendió a todo el imperio zarista- no debe ser confundida con la conquista del poder por los bolcheviques en Petrogrado y con la creación, el 24 de octubre de 1917, del Consejo de los Comisarios del Pueblo.

d) Lenin y su partido -el Partido Obrero Socialdemócrata Ruso (bolchevique), rebautizado Partido Comunista en marzo de 1918- nunca fueron favorables a los soviets, que durante 1917 surgieron espontáneamente en todo el país. El carácter constructivo de la revolución se expresaba en esos consejos, pero Lenin y su partido sólo los consideraron desde el punto de vista de la utilidad que pudieran tener para la conquista del poder por el partido bolchevique.

e) La supuesta “dictadura del proletariado” -que nunca fue más que la dictadura del partido y luego de su burocracia, y que sólo podía sostenerse por medio del terror- es uno de los factores esenciales de la degeneración de la revolución rusa. Este proceso es ya claramente visible desde 1921, y no sólo desde el momento en que los creadores del aparato estatal terrorista se convirtieron en sus víctimas.

f) La destrucción de los soviets no fue, únicamente, consecuencia de la guerra, de la guerra civil y de la instalación de la dictadura, sino que estaba implícita en la misma interpretación leninista del principio marxista del Estado, según la cual, éste debía controlar la totalidad de la vida económica y social a través de un gobierno centralista. Resulta evidente que tal interpretación es incompatible con el principio de los consejos obreros.

El lector no familiarizado con la escolástica marxista se preguntará qué importancia pueden tener estas interpretaciones y sus refutaciones polémicas, y por qué no bastará examinar directamente las teorías de Marx o de Lenin, de Kautsky o de Trotsky y juzgar sus respectivos méritos. Responderemos, en primer lugar, que no sólo la teoría de Marx sino también las interpretaciones de los marxistas han desempeñado importante papel en la práctica política marxista.

Las ideas de Marx no constituyen una mera teoría, sino una teoría destinada a la práctica; el marxismo supone haber llegado, fuera de toda duda, a la unidad de ambas. Agreguemos que el marxismo lleva la impronta del carácter de su fundador, hombre profundamente autoritario, que estaba persuadido de haber hecho del socialismo una ciencia, pues creía haber descubierto las leyes por las cuales la inevitable evolución dialéctica del capitalismo conduciría, finalmente, al socialismo. Por último, diremos que el marxismo ha sido siempre una especie de mesianismo; de ahí que los marxistas de todas las tendencias hayan sentido la necesidad de presentar su particular interpretación como la verdadera, amparándose en la autoridad de Marx. Como consecuencia de ello, las interpretaciones científicas del fundador han acabado en ciencia histórica falsificada.

Lenin construyó su teoría de la revolución, del Estado y de la dictadura sobre la base de las ideas de Marx. Pero los escritos de Marx dejan un margen muy amplio a la interpretación...

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